El 3 de noviembre se celebra el Día Internacional de las Reservas de la Biósfera, pero ¿a qué se refiere este término?
Las reservas de la biósfera van más allá de un área protegida tradicional. En ellas viven y trabajan personas que interactúan directamente con la naturaleza. Ya sea en la montaña, la costa, manglar o jungla, estos son “lugares de aprendizaje para el desarrollo sostenible”. En las reservas de la biósfera se busca aplicar enfoques interdisciplinarios para encontrar soluciones locales a problemas mundiales, bajo la premisa de que la conservación de la biodiversidad y el desarrollo sostenible son objetivos compatibles e interdependientes.
Estas áreas del planeta son definidas y reconocidas internacionalmente por su interés científico, ecológico, biológico y cultural. Mantienen la soberanía de su respectivo país y sus pobladores desarrollan actividades socioeconómicas que procuran, como hemos dicho, la conservación y sustentabilidad.
La UNESCO es el órgano internacional encargado de su denominación. Desde 1974 implementó la iniciativa de resguardo a estos territorios. Las características de estas demarcaciones son de vital importancia para la humanidad y el planeta entero.
En estos espacios se promueve la investigación y educación, se busca mejorar las condiciones de vida de sus habitantes con respeto a la identidad de sus pueblos y valores culturales, a la vez que se mantiene el cuidado del medio ambiente y se evita su explotación.
México es uno de 134 países que cuentan con reservas de la biósfera y aquí hay más de 40 áreas designadas como tal. Su importancia es tangible en medida que permite vislumbrar una manera de establecer una relación sostenible y armoniosa con la naturaleza, replantear nuestra relación con los demás seres vivos y crear un mundo verdaderamente compartido.
En el Parque La Mexicana celebramos esta iniciativa y los beneficios que implica para el planeta y los seres vivos que lo habitamos.