Las mariposas contribuyen a la polinización de plantas y son parte de una compleja cadena alimenticia, pero antes de volar de flor en flor e incluso recorrer miles de kilómetros, deben atravesar un proceso fascinante y que ha vuelto a este insecto símbolo de la transformación y renovación en varias culturas. Aprendamos más sobre él.
Los huevos de mariposa son colocados en hojas o tallos de plantas huésped que, según la especie, pueden eclosionar en días o semanas.

De dichos huevos nace una oruga con insaciable apetito que pasará varias semanas alimentándose de la planta huésped para aumentar su tamaño, mudar su piel varias veces y almacenar toda la energía y nutrientes necesarios para la siguiente fase.

Cuando ha consumido suficiente alimento, la oruga busca un lugar seguro de depredadores y se adhiere a una superficie para transformarse en crisálida o pupa. Es entonces cuando sucede la metamorfosis, el episodio definitivo en el ciclo de vida de una mariposa en el que su forma, movilidad e incluso su metabolismo y alimentación serán radicalmente distintos. La duración de este proceso varía según la especie y condiciones externas.

Al final de este proceso, emerge una mariposa adulta que reposa por un tiempo para extender sus alas y emprender el vuelo.
¿Por qué ocurre la metamorfosis en las mariposas?
Aunque la ciencia no ha dado aún una respuesta definitiva, una teoría muy aceptada es que de este modo los individuos adultos no necesitan competir con las crías de la especie por alimento (recordemos que las orugas consumen hojas y las mariposas adultas néctar de flores), además de que sus depredadores son distintos y sus entornos también.
Puede no parecerlo, pero las alas de la mariposa, sus ojos y patas están presentes desde que es una oruga, solo que están en su interior, como órganos subdesarrollados que crecerán y alcanzarán el exterior en su debido tiempo.

Las mariposas son bioindicadores clave en la salud ambiental de un ecosistema. Su presencia en parques urbanos indica la existencia de una biodiversidad saludable, con flora que sustenta ciclos naturales como la polinización. Además, forman parte de la cadena alimenticia, siendo presa de aves, murciélagos y otros insectos, lo que contribuye al equilibrio ecológico.
Espacios como Parque La Mexicana son esenciales para el equilibrio ecológico dentro de la ciudad. Además de ofrecer un lugar de recreación para los habitantes, sirven como refugio para diversas especies de flora y fauna ¡te invitamos a visitar el parque y disfrutar de la biodiversidad!
