El tiempo exacto que le toma a la Tierra completar una vuelta alrededor del Sol es de 365 días con 5 horas, 48 minutos y 45,10 segundos. Y como este plazo no se ajusta al capricho humano, es necesario agregar un día adicional al calendario cada cuatro años, lo que conocemos como año bisiesto.
Dicha ligera discrepancia es conocida desde el año 45 a.C., cuando se usaba el calendario Juliano reemplazado en 1582 por el calendario Gregoriano y ambos incluyen un día adicional para constituir el año bisiesto.
Sabemos que el día adicional es el 29 de febrero, pero ¿por qué en febrero? Alguno podría pensar que simplemente porque es el mes más corto, pero en realidad tiene que ver con el equinoccio de primavera del hemisferio norte y de otoño en el hemisferio sur, para ayudar a mantener esta fecha más o menos alineada a que ocurra el 20 o 21 de marzo.
Por otro lado, algunos historiadores sugieren que la elección de añadir este día a febrero también puede estar relacionada con un antiguo festival romano conocido como la “Lupercalia”, para mantener dicha celebración durante el mismo periodo del año. Esta festividad, relacionada con la fertilidad, eventualmente se cristianizaría, fusionada en medida cierta medida con San Valentín.
¿Qué pasaría si no se añadiera el 29 de febrero?
Los aztecas tenían diferentes cuentas de los días y una de ellas era de ciclos de 365 días, sin añadir el día extra para compensar, por lo que el inicio del ciclo se iba recorriendo a lo largo del año solar y volvía al punto de origen cada 52 años. Además, esto coincidía con la alineación del Sol con Venus y la Tierra, que era especialmente importante cada dos periodos, es decir, cada 104 años.