Febrero es un mes peculiar en el calendario: solo tiene 28 días en años comunes y 29 en los bisiestos, es el más corto del año. Pero, ¿por qué tiene menos días que los demás? Para responder esta pregunta debemos remontarnos a la antigua Roma y cómo los seres humanos hemos intentado organizar el tiempo históricamente.

¿Por qué febrero tiene solo 28 días?
El calendario que usamos hoy tiene sus raíces en el calendario romano, que inicialmente tenía solo 10 meses, solo que la suma de sus días no coincidía con el ciclo astronómico. Esto se solucionó al adaptarlo al modelo egipcio, que tenía doce meses que sumaban 365 días, e incluían años bisiestos con 366.

Los dos meses que se agregaron fueron enero, dedicado a Jano, el “januario” o portero, dios de doble rostro que mira al año viejo y al nuevo nuevo, y que abre el ciclo solar tras el solsticio de invierno el 21 de diciembre. Y también febrero, cuando comienza el deshielo y la tierra se vuelve apta para sembrar, época en la que eran comunes las infecciones por hongos en los pies de los esclavos que se encargaban de la siembra, lo que causaba fiebres y de ahí el nombre febrero.

Se pensaba que había un espíritu perverso que causaba dichas fiebres, una superstición que se sumó a que cuando el emperador Augusto reformó el calendario, su mes (agosto) tenía 30 días, mientras que julio (en honor a Julio César) tenía 31. Para no quedar por debajo en prestigio, le añadieron un día a agosto, y la redistribución de días dejó a febrero sin cambios.
Febrero y la conexión con la naturaleza
El paso del tiempo y los eventos astronómicos han guiado la vida en la Tierra durante siglos, por más avanzada que esté la tecnología actualmente, siempre viene bien una vuelta al entorno y en espacios como el parque La Mexicana, es posible presenciar los cambios de clima que acompañan a febrero, que aunque es un mes breve, tiene un impacto profundo. Bien dice el dicho “febrero loco y marzo otro poco”.
