En la primera mitad del siglo XX, el científico y ornitólogo vienés Konrad Lorenz creó la etología. A través del estudio de patos y gansos ideó una rama de la biología que analiza el comportamiento de los animales y la interacción con sus medios, ya sea en libertad o en cautiverio.
La principal aportación de Lorenz fue el concepto de impronta: una etapa crítica en la cual los polluelos aprenden a reconocer y a seguir a los padres, incluso si estos son adoptivos. En otras palabras, se trata del sentimiento irreversible que desarrolla un animal neonato hacia el primer ser vivo con el que tiene contacto. Lorenz hizo que unos patitos recién nacidos, quienes desde su eclosión solo habían conocido al científico, lo convirtieran en su madre. Los animalitos lo siguieron incondicionalmente; hiciera lo que hiciera o fuera a donde fuera no se despegaban de él. Lorenz concluyó que la identificación no conoce barreras de especies.
Sus estudios le valieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1973. A su vez, descubrió varias de las conductas y dinámicas sociales que tienen estas hermosas aves migratorias. Por ejemplo, develó que, cuando están felices, los patos graznan en tono agudo y mueven la cabeza hacia arriba y abajo. Asimismo, demostró que los patitos manifiestan su entusiasmo como los perros: moviendo la cola.
Un rasgo característico de los patos (bastante divertido de contemplar) es hacer burbujas al sumergir sus cabezas en el agua y resollar. Así, limpian el barro, la suciedad y restos de plumas que quedan en sus fosas nasales. Por lo que respecta al sueño, los patos suelen meter la cabeza debajo de un ala y dormir con un ojo abierto. De esta manera, su cerebro se “divide” en dos mitades: mientras una disfruta del sueño reparador, la otra permanece en estado de alerta. Los patitos domésticos y los que viven en bandada suelen descansar ambos hemisferios cerebrales, mientras que uno o dos patos se vuelven vigías.
Todas las razas de patos, tanto domésticos como salvajes, caminan en fila. El pato que guía y va al frente vigila, mientras que los demás observan el terreno a su derredor en busca de amenazas o comida. Finalmente, cuando los patos salen del agua, casi de manera inmediata se acicalan. Esto les ayuda a distribuir sus aceites naturales para procurar su plumaje: al estimular la glándula que libera las grasas y aceites, este proceso contribuye a que el agua se deslice y sus plumas se sequen.
Ya sea en la tierra, en el agua o en el aire, en La Mexicana somos afortunados de contemplar a estos amenos y divertidos animales. Cuidemos, procuremos y observemos de manera responsable a estas hermosas migratorias mientras estén de visita en nuestro parque. Ellos nos obsequian su belleza durante su estadía.