México posee una gran extensión de sierras y cadenas montañosas, lo que sumado a su latitud resulta también en un amplio terreno de bosque templado. Es precisamente en este tipo de ecosistema donde proliferan las coníferas, un grupo de árboles que se compone principalmente de pinos, abetos y oyameles que son el hogar de diversas especies animales y mantienen el equilibrio biológico regional.
Las puedes reconocer fácilmente por sus hojas en forma de aguja o escamas y porque para reproducirse emplean piñas o “conos”, de ahí el nombre de este grupo botánico. Este tipo de vegetación ayuda a regular el ciclo del agua en regiones montañosas, favoreciendo la retención de agua en el suelo y la recarga de acuíferos.
El ejemplo más cercano a la Ciudad de México es el bosque de la Marquesa, pero los estados de Chihuahua, Durango, Michoacán, Puebla y el Estado de México también albergan grandes extensiones de este tipo de ecosistema.
Además, nuestro país es el que mayor diversidad de pinos tiene en el mundo, con aproximadamente 50 diferentes especies, de las cuales alrededor de 20 son endémicas y crecen exclusivamente aquí.
Las coníferas ofrecen beneficios a diversas especies de fauna, como pequeños mamíferos, aves, insectos y a la mariposa monarca. También brindan un recurso a comunidades locales para la obtención de madera, siempre y cuando ésta sea aprovechada de manera responsable.
Desafortunadamente, estos bosques están amenazados por la tala ilegal y las quemas que buscan destinar el terreno a la agricultura de monocultivo. Por ello, es importante adquirir madera de establecimientos certificados para contribuir a su conservación.
México tiene el privilegio y la responsabilidad de albergar una diversidad única de coníferas. Asegurar que estos bosques sean protegidos y utilizados de manera sostenible es fundamental para preservar sus beneficios ecológicos y sociales.
¿Conocías todo esto sobre las coníferas?